El azúcar se quedó en el fondo de la taza
un pedazo del rostro de los demás
se descompuso en el té de las mañanas
Nos vimos y callamos
la oficina nos quedó grande
por primera vez
Se pierden los nombres siempre en el fondo
De las iglesias, de los baños, de las casas de cita
El fondo se invierte para ser cielo de azúcar
Al pie del gran reloj de arena
ojos enceguecidos
cuatro presos
se arrodillan para orar
Liz del R.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario