No yo

No la criatura disléxica, agusanada
No la tierra de hormigas
No la caricatura de risa
No los pulmones hinchados de hadas
No los sesos cubiertos de hiel rosada,
No la rima frustrante,
estítica,
No los brazos curvados
de niños muertos,
de libros evangélicos,
No mi razón idiota,
No mi fe en los retretes que hablan
No mi corazón ardiendo
por...
No mi corazón ardiendo por...
No mi corazón ardiendo por..
No las siluetas arrancadas
No esta lengua que se traba
No esta lengua que se traba
No la repetición de días dentro de otros días,
dentro de otros días,
de no decir nada,
De no decir nada...




-  Liz del R. Matta Durán.  -





(Pintura de Guim Tió)

No diferencio nada de lo acabado

No diferencio nada de lo acabado,
mi ser es una confusa mezcla de extensiones irreales,
aquí hay un cordón de auriculares,
y una extremidad mal formada
con una masa cerebral, una medusa,
un orificio pequeño-boca- que me succiona,
las palabras me roen la médula ósea,
Tu cuerpo, blando estéril, podría ser el mío.
Yo solo muerdo, muerdo,
Aquellas parras, ¿las ves?
Son mis cabellos
Aquella noche, las estrellas,
funeral de un precipicio que no diferencia
abismo de...
precipicio de...
muerte de..
Muerdo mi propia cola,
era gusano,
lo había olvidado,
era hormiga,
cíclope descabezado,
una enamorada sin corazón,
el vacío de...
el desmayo de...
el ahogo de...
No diferencio nada de lo acabado.








                                                           (Hans Bellmer - Die puppe)


Escribe: Liz del R. Matta Durán
O Limadu, como quieras.

Arte transgénico

Mirar la pintura y no la sangre,
absorber la vida
no ácaros,
no la nada,
no el silencio,
no el ahogo de los huesos nadando en tu cuerpo
Y tratar, siempre tratar de aparecer
con el listoncillo bien hecho
con los cordones bien puestos
con los dientes alineados
perfectos,
y claro,
eres pintura
Una de esas que se cuelgan a la entrada del baño,
una oda al excremento,
delicia esculpida,
tierra que se fermenta
delante de todos los pasajeros
Ahí está el crítico de arte,
el director de cine
y unos cuantos idiotas
vistiendo traje
Y te exhibes,
el garbo siempre puesto,
deleite de escenificación,
títere de teatro,
Y claro, en algún momento...
hueles los aromas del óleo putrefacto
Al aire en 3,2,1 
Sonríes
te rocías el perfume de néctar
te rocías un poco de ti mismo
hedor a rosa transgénica...
Y sigues actuando

Diario de la gris contenta

Anhelaba la planicie última con una necesidad imperante propia de un humano que ha vivido siempre entre escarpados y descensos. Pero no hay consuelo cuando se obtiene todo tan de repente o en la inconsciencia del adormecimiento del sueño, aunque he de admitir que no fue un sueño, fue succión, histerismo, jalarse de los cabellos y destrozo de materia, debilidad que se me pronosticó y con anticipación a la caída última posterior a la felicidad idiotizante de obtener la puesta de sol más brillante, la saciedad más molífica.
Solo fui un calambre de mis dedos, no fui yo, solo esa pequeña parte en la que me concentré: esa fui yo y nada más.

No hay despertar.
No hay aves celestes invadiendo/enverdeciendo el oscuro.
Sentada, vieja, acabada, le sonrío a las parras sin fruto y sonrío con la risa que se ha alejado del histerismo.


Aunque claro, todo es apariencia.